Teorías de la revolución
Las revoluciones son episodios dramáticos del cambio político. Una revolución
no es un acontecimiento simple, sino que se trata de un proceso complejo. En
una revolución, el gobierno central de una sociedad pierde la capacidad de
hacer cumplir sus leyes sobre una parte importante de su territorio o población.
Diversos grupos, incluido el gobierno anterior, luchan por establecerse como
autoridad central. Los competidores intentan construir nuevas instituciones
políticas (y, a menudo, económicas) que sustituyan a las viejas.
Estos tres aspectos de la revolución –derrumbe del Estado, lucha entre los que
reclaman la autoridad central y construcción de nuevas instituciones- no se
presentan en fases claramente separadas o en un orden claramente
sistemático. Cada aspecto influye en los otros. El derrumbe del Estado –debido
a la bancarrota o al colapso militar- puede dar lugar a luchas por el poder entre
los que compiten por la autoridad central: esta fue la pauta que se dio en las
Revoluciones Inglesa, Francesa y Rusa. Por otra parte, la competición por el
poder y la construcción de instituciones alternativas puede dar lugar al
derrumbe del Estado. Los que compiten por la autoridad central empiezan por
organizar a sus seguidores y por construir nuevas instituciones a pequeña
escala como base para desafiar y derrotar finalmente al gobierno central. Las
revoluciones china y nicaragüense siguieron este modelo.
Así pues, el derrumbe del Estado, la competición por la autoridad central y la
construcción de nuevas instituciones son elementos constitutivos de la
revolución como las hebras de un tapiz o los átomos de una molécula: la
combinación independiente de las partes es lo que forma el conjunto.
Fuente: MILLER, D. Enciclopedia del pensamiento político. Alianza Editorial. Madrid,
1987.
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