Es Artigas de regular estatura, algo recio y ancho de pecho. Su rostro
es agradable; su conversación afable y siempre decente; come parcamente,
bebe a sorbos, jamás empina los vasos. No tiene modales agauchados, sin
embargo de haber vivido siempre en el campo”. Nicolás de vedia ompañero de colegio
Larrañaga también lo recuerda en ocasión de entrevistarlo en Paysandú, en junio de 1815:
“...En
nada parecía un general. Su traje era de paisano y muy sencillo:
pantalón y chaqueta azul, sin vivos ni vueltas, y zapatos y medias
blancos y un capote de bayetón eran todas sus galas, y aun todo esto
pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color
bastante blanco, de muy buenas facciones, con la nariz aguileña, pelo
negro y con pocas canas; aparenta tener unos cuarenta y ocho años, su
conversación tiene atractivos, habla quedo y pausado; no es fácil
sorprenderlo con largos razonamientos, pues reduce la dificultad a pocas
palabras y lleno de mucha experiencia, tiene una previsión y un tino
extraordinarios. Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de
nuestros paisanos y así no hay quien le iguale en el arte de manejarlos.
Todos lo rodean y todos lo siguen con amor, no obstante que viven
desnudos y llenos de miseria a su lado...”
“Tío Pepe iba a las estancias por vía de paseo, en las cuales
adquirió relación con la familia de los Latorres de Santa Lucía y los
Pérez del Valle de Aiguá. Frecuentó esas visitas a la campaña, y le fue
tomando afición a las faenas de campo; pero como no tuviera en las
estancias de su padre una colocación fija se ponía de acuerdo con los
Latorres, con los Torgueses, D. Domingo Lema y D. Francisco Ravía, y
salía a los campos de D. Melchor de Viana por autorización de éste y del
Gobernador de Montevideo a hacer cuereadas, utilizándose también las
gorduras y las astas”.
“... En cuanto al carácter personal de Artigas, lo tengo muy
presente, porque desde niña he estado oyendo diálogos de tía Martina
Artigas, hermana de tío Pepe, con mi tía Josefina Ravía, del carácter,
hechos, y costumbres de aquél hasta la época que voy refiriendo.
Ellos
decían que tío Pepe era muy paseandero y muy amigo de sociedad, y de
visitas, así como de vestirse bien “a lo cabildante”; y que se hacía
atraer la voluntad de las personas por su modo afable y cariñoso.
“El Señor Virrey separó de la Comandancia de la colonia al benemérito
Coronel Don Ramón del Pino...; para reemplazar a Pino se nombró al
Brigadier, Dn. Vicente María de Muesas a quien Dios no le ha concedido
el don del mando; pronto se empezaron a desertar Oficiales y Soldados de
la Colonia; por último, un día llamó al Capitán de Blandengues Don José
de Artigas y si sobre algunos de sus soldados habían entrado en un
huerto y comido alguna fruta, le dijo tantas cosas amenazándole con que
le pondría preso, que lo sofocó, y Artigas salió volando vomitando
venganzas; Artigas era el coquito de toda la campaña, el niño mimado de
los Jefes, porque para todo apuro lo llamaban y se estaba seguro del
buen éxito, por que tiene un extraordinario conocimiento de la campaña
como nacido y criado en ella, en continuas comisiones contra Ladrones,
Portugueses, etc.; además, está muy emparentado, y en suma, en diciendo
Artigas en la campaña todos tiemblan; este hombre insultado y agraviado
sale vomitando furias, desaparece y cada pueblo por donde pasaba lo iba
dejando en completa sublevación...”informe del comandante Salazar
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