Imagina tu vida o la de tu familia sin la posibilidad de ir al médico cuando te encuentras mal, o al hospital cuando tienes una urgencia. Es difícil, ¿verdad?
Aunque parezca increíble, actualmente hay casi 1.000 millones de personas que no pueden acceder a estos servicios básicos, a este derecho universal. Personas que no pueden permitirse acudir a un centro de salud porque pierden tiempo y dinero, personas que viven en zonas rurales, donde solamente se encuentra el 25% de los médicos y sanitarios, mientras que en la otra mitad del mundo, las zonas urbanas, se encuentra el 75% restante.
Este gran problema se da sobre todo en África Subsahariana, que padece el 25% de la carga mundial de enfermedades, y que sólo cuenta con el 3% de los trabajadores sanitarios del mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio sanitarios en 2015, se necesitan 2,5 trabajadores de salud por cada 1.000 habitantes. Harían falta más de 2,4 millones de profesionales sanitarios si queremos mejorar la salud de forma global y lograr las metas.
¿Por qué ocurre esto? Una gran parte del personal sanitario migra desde hace años, del área rural a la urbana, de un sistema público a una institución privada (por ejemplo un programa vertical internacional, que no ayuda a fortalecer el sistema de salud), o de un país empobrecido a otro más rico en recursos económicos. Los países receptores, como por ejemplo EEUU, no invierten en la formación de los profesionales que necesitan sino que importan un 30% de médicos para cubrir sus necesidades. La consecuencia es una falta más aguda de personal sanitario donde hay más necesidades. Uno de cada cuatro médicos y un enfermero o enfermera de cada veinte formados en África está trabajando en un país de la OCDE.
Esta situación puede y debe mejorar. Desde medicusmundi (informe 2010 elaborado con Médicos del Mundo y Prosalus, “La Salud en la Cooperación al Desarrollo y la Acción Humanitaria”) recomendamos:
Los países exportadores deben proteger y mejorar el trato a sus trabajadores, formar a más profesionales en salud, especialmente para zonas rurales y establecer ayudas al retorno del migrante.
Los países importadores deben reducir la dependencia de profesionales de salud migrantes formando a más trabajadores en sus propios países. Deben, además, establecer acuerdos bilaterales con los países exportadores para suavizar el impacto financiero de la migración de los trabajadores, e intentar implementar políticas responsables de reclutamiento y buen trato a los que llegan.
Los países deben alcanzar acuerdos internacionales y unir inversiones en investigación y sistemas de información necesarios para mejorar el desempeño de los trabajadores de salud.
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