búsqueda interesante

domingo, 28 de febrero de 2016

Bienvenidos

 KATHERINEKATIUSKAYASINSKSILVA









 LAUTAROSEBASTIANSEMENCHUKAMARO









 MATIAS
CARBALLORIVAS









 ESTEFANIAGISELLBREHMRIVERO









 LUCASGONZALOMOREIRAMOLINA









 DIEGOARMANDORODRIGUEZRODRIGUEZ









 MELINAPILARBIANCHESSIALCARAZ









 ANTONELLA
MENEGAZZIGUTIERREZ ZORRILLA









 MATEO
SOSARIVERO









 ELIASRICARDOMOREIRAMOLINA









 MELANIESELENAVIGNOLOCARLIS









 JULIANAELIZABETHSEVEROFELLER









 LEONARDOFABIOALMEIDARODRIGUEZ









 FEDERICONICOLASRIVEROSOSA









 SEBASTIANAGAPITOPEDROZORODRIGUEZ









  
GUADALUPE
MORALESCARLIS









  TOMASEZEQUIELRUPPELBATISTA









 JUANIGNACIOLASAGARIVERO









 DANNA
FELLERANCHORENA









 DIANNE
CARBALLORIVAS









 JOAQUIN
BIANCHESSISILVA









 PABLOEZEQUIELSEMENCHUKAMARO









AGUSTINA
SILVASANCHEZ









JONATHANSANTIAGOSEVEROMIRANDA









NARELA
MEDINABAZZINI









MATIASGASTONALMEIDARODRIGUEZ









SERGIONAHUELDOS SANTOSAMARO









JUANPABLOBREHMFRANCHINI









MATÍASSANTIAGORUPPELBATISTA









NAHIARA
SEVEROAMARO









JEANCARLOSSEVEROFELLER









SOFIAYISSELPEDROZORODRIGUEZ









ROBERTRICARDOGALLARDOFIGUEROA









JHOSTIMHENDERSONTOSCANINI









THINAMILAGROSRUPPELBATISTA









ADDERINOEMIOLIVERAPEREIRA









LUSMILAFLORENCIAALMEIDARODRIGUEZ









SOLANGEELIZABETHMOLINALASAGA









JESSY
HENDERSONTOSCANINI









BRANDONEMMANUELSILVEIRAGOMEZ









Animacion a la lectura

Los sueños del sapo. Javier Villafañe. Ed. Colihue

26 Jun suenossapo
Una tarde, un sapo dijo:
-Esta noche voy a soñar que soy árbol-. Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche.
Todavía andaba el sol girando en la rueda del molino. Estuvo un largo rato mirando al cielo. Después bajó a la cueva; cerró los ojos y se quedó dormido.
Esa noche el sapo soñó que era árbol.
A la mañana siguiente contó su sueño. Más de cien sapos lo escuchaban.
-Anoche fui árbol –dijo-; un álamo. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas; pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.
El sapo se fue; llegó a la puerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga.
Esa tarde el sapo dijo:
-Esta noche voy a soñar que soy río.
Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.
-Fui río anoche –dijo-. A ambos lados, lejos, tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. La misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces; nada más que peces. No me gustó ser río.
Y el sapo se fue. Volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil.
Esa tarde el sapo dijo:
-Esta noche voy a soñar que soy caballo.
Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron desde muy lejos para oírlo.
-Fui caballo anoche –dijo-. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro que se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.
Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente, dijo:
-No me gustó ser viento.
Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:
-No me gustó ser luciérnaga.
Después soñó que era nube y dijo:
-No me gustó ser nube.
Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua.
-¿Por qué estás tan contento? –le preguntaron.
Y el sapo respondió:
-Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.
Javier Villafañe. Los sueños del sapo.  Ed. Colihue .
RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores.
Texto

¿Qué crees que le pasa, en realidad, al pobre sapo? Pues toda la lectura se basa en algo que no se puede ver: sus sueños. ¿Y por qué soñaba?
La respuesta es muy fácil. Tú la sabes. Porque se sentía muy feo. Y la verdad es que al sapo siempre se le ha considerado un animal feo. Imagina la diferencia con un gato, un perro, un hámster, un conejito ¡o incluso una rana! Pero un sapo… Aquí lo tienes.
Aunque no a todo el mundo le sucede eso. Hay gente que adora a todos los animales, ¡incluido el sapo! Lee si no este libro, Noche de sapos, que habla de Jon, un niño que decidió tener uno en casa (y hasta se lo permitieron).
Lo que sí es cierto, porque lo hemos oído y, a lo mejor incluso dicho, es esta frase: ¡Es más feo que un sapo!
Y el sapo lo sabía. Quería ser hermoso. Y por eso sueña, imagina, tiene ilusiones. Sueña, sobre todo, con lo que hay a su alrededor.
Y soñó que era un árbol. No un árbol cualquiera.
-¿Y fue maravilloso ser árbol en vez de sapo?
-¡Noooo! Aquí empiezan los problemas de los sueños del sapo.
Y llega su primer no. Sí, eran árboles maravillosos, pero a él no le gustaba cambiar su vida de sapo por la de árbol. “No me gustó ser árbol”
Y a su lado también había cosas extraordinarias, además del árbol. Pasaba, ni más ni menos, que un precioso río.
Soñó que era árbol, río, caballo, viento
Lo que sí conseguía el sapo era algo fantástico, que seguro que tú conoces. ¿Has ido alguna vez a una sesión de animación a la lectura? Intenta hacer memoria y, a lo mejor, recuerdas alguna en que estabas rodeada o rodeado de sapos, cientos de sapos. ¿Sería un sapo el contador de historias? Porque lo que sí lograba el sapo, quizá sin saberlo, es la magia de las historias, de los cuentos. Allí se arremolinaba todo el mundo para escucharlo.
Pero nada le gustaba. ¿Sería que el sapo era un gruñón, un inconformista, que no iba a haber en toda la faz de la Tierra algo que le gustara?
Pues sí. ¡Claro que lo había! Y por eso estaba tan contento cuando lo encontraron los amigos sapos, por la mañana, en su lugar habitual, a la orilla del agua. Cuando le preguntaron, el sapo respondió:
-Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era un sapo.
Palabra magica

La palabra mágica hoy es Yo. Sí. Hoy la palabra mágica parece la más fácil del mundo. Porque es la nuestra. La de cada una y cada uno de nosotros. Yo. ¿Hay alguna palabra que diga mejor quiénes somos? Pero ¿nos gusta cómo somos o nos gustaría, como al sapo, ser diferentes?
Sugerimos la visita a Canal Lector  donde se pueden ver biografías de personajes interesantes.
Cuentame.

Esta historia del sapo, de Javier Villafañe, nos permite también soñar, imaginar. Fíjate en algunos animales.
¿Cuál te gustaría ser? ¿Por qué?
Pero lo bueno que tiene imaginar, soñar es que podemos ir donde queramos. ¿Adónde te gustaría ir si pudieras?
Relacionar con libros de aventuras por ejemplo en la selva.
Autor
 Javier Villafañe
Nació el 24 de junio de 1909 en Buenos Aires (Argentina) y murió el 1 de abril de 1996  en Buenos Aires.
Fue poeta, escitor y  titiritero. Con su carreta La Andariega viajó por Argentina y varios países americanos realizando funciones de títeres.  Se fue a  Venezuela donde, trabajando para la Universidad de Los Andes, fundó un Taller de Títeres para formar artistas de esa disciplina. En 1978, con el auspicio del gobierno venezolano, repitió su experiencia trashumante en el Viejo Continente.  Recorrió España con un teatro ambulante y volvió en 1984 a su país, Argentina.
Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se puede ampliar la biografía y consultar diferente material de documentación sobre Villafañe.
Bibliografía
Muchos de sus libros se pueden ver en Imaginaria.