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martes, 19 de agosto de 2014

Romance del 25 de agosto


 


 


 
 
 
Romance del veinticinco de agosto
“Írritos, nulos, disueltos”,
cantaba el viento en los talas,
y acompañaban el canto
los boyeros con sus flautas.
“Írritos, nulos, disueltos”,
repetían las calandrias
mientras colgaban caireles
de música entre las ramas.
Y el clarín de los horneros
campo adentro repicaba
sembrando la buena nueva
entre un júbilo de alas.
Y aunque era invierno en el tiempo,
hasta grillos y chicharras
desherrumbraban sus élitros
para unirse a la cantata.
Estaba de fiesta el campo
y el monte lo acompañaba,
porque era fecha de gloria
para la tierra “orientala”.
Y el mismo cielo, allá arriba,
alternaba nubes blancas
con su azul, como ofreciendo
para la bandera franjas.
Cuentan que aquel veinticinco
fue de punta a punta el alba
ya que hasta la tardecita
parecía una madrugada.
Todo en él era comienzo,
todo en él era esperanza,
Y hasta el sol se detenía
para ver nacer la patria.
“Írritos, nulos, disueltos”
los actos que subyugaban,

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